Es bien sabido que los bosques son los pulmones del planeta, liberan una parte del oxígeno que respiramos y además fijan el carbono atmosférico, contribuyendo a nuestra lucha contra los efectos del cambio climático. Sin embargo, esto no es todo, un grupo de ecólogos de la Universidad de Utrecht, ha descubierto que los bosques también contribuyen a evitar la desertización.
Tal y como publican en la revista Global Change Biology, los bosques de todo el mundo ayudan a controlar los ciclos de lluvias. Todo está relacionado, el agua que libera un área de bosque en concreto, en forma de nubes de condensación, puede viajar miles de kilómetros y conseguir estabilizar los ciclos de lluvia de bosques lejanos.
“Ya se sabía que las grandes selvas tropicales, como el Amazonas y el Congo, mantienen ciclos estables de lluvia localmente porque bombean agua evaporada durante todo el año. La pregunta era si este mismo proceso también se daba a nivel global”, dice Maria João Santos, coautora del estudio.
Para probarlo, los investigadores usaron modelos climáticos basados en patrones conocidos como la presión atmosférica y el viento, en los que rastreaban el movimiento de las partículas de agua por la atmósfera. Además dividieron el mundo en celdas cuadriculadas y estimaron las posibilidades de lluvia en cada una de ellas.
Los resultados fueron sorprendentes, pues demostraron que las celdas que recibían un 50% o más de lluvias provenientes de los bosques, tenían un régimen de precipitación un 60% más estable que aquellas que recibían partículas de zonas no forestales u oceánicas. Por tanto, los bosques a nivel global no solo afectan a las lluvias en zonas alejadas, sino que también reducen las variaciones en la frecuencia de precipitaciones, propiciando biomas mucho más estables.
Tras comparar las distintas zonas forestales, vieron que este alcance no era exclusivo de las zona tropicales. "Demostramos que, en general, todos los bosques del mundo tienen este efecto”, dice Santos. “Incluso los patrones de lluvias en zonas no forestales, como pastizales y sabanas, dependen en gran parte de las moléculas de agua condensadas en bosques alejados”.
El doctorado John C. O'Connor, de la misma universidad y principal autor del estudio, alega que ahora el próximo paso es calcular exactamente hasta donde llega la condensación de cada uno de los bosques. “Es una cuestión de política global, ya que los vientos no entienden de fronteras”, dice el científico. “Los bosques en el noroeste de Canadá, por ejemplo, podrían aportar agua hipotéticamente que ayuda a estabilizar los ciclos de lluvia en la costa este de los Estados Unido”. Por este motivo, frente a los efectos venideros del cambio climático, los cuales pronostican numerosas sequías, ahora más que nunca se deben implementar políticas para proteger aún más los ecosistemas forestales, los responsables en gran parte de regular las variaciones de precipitaciones a nivel global.
Fuente:MuyInteresate